Saúl Hernández: De electricista a campeón paralímipico

Saúl Hernández recibió una descarga de 20 mil voltios en el 97, por lo que su corazón se detuvo; estuvo clínicamente muerto

Saúl Hernández Rosas recibió una descarga de 20 mil voltios en noviembre de 1997 por la que su corazón se detuvo, estuvo clínicamente muerto unos segundos y regresó a la vida pero no completo.

Debido al accidente perdió una mano y una pierna ya que, además de la electricidad quemando su cuerpo, también sufrió heridas por una caída de 20 metros.

Pese a ello, a sus 51 años, ya se coronó como campeón de paraciclismo.

Su historia la relata pausado. Hace 25 años trabajaba como técnico electricista en la empresa IEM, en Cuautitlán Izcalli, donde -dijo- tenía todo, un buen trabajo que le permitía mantener a su familia y disfrutar con los amigos.

El día del accidente, en la zona donde arreglaba un transformador, se registró una fuerte descarga que le calcinó la pierna derecha y el brazo izquierdo.

En general, en los hogares se tiene una carga eléctrica de 110 voltios y muchos apenas lo soportan cuando sufren una descarga, sin embargo, los 20 mil voltios que recibió son improbables de sobrevivir.

La corriente eléctrica le destrozó la mano derecha y la pierna izquierda, pasó por su cuerpo, le llegó al corazón; los médicos le dijeron que sus venas fueron los conductores para que circulara la corriente, desde su brazo, pie, los tejidos blandos, el miocardio, hígado, pulmones, entre otros órganos.

Al preguntarle si estaba consciente de lo que le pasó en el momento del accidente, dijo que sí, pero que no vio un recuento de toda su vida, como muchos comentan.

“Porque yo pensaba en ese momento en mis seres queridos, en mis metas, en mis proyectos y en el dolor que iba a dejar con mi muerte a mi familia”.

Además, Saúl cayó de una altura de 20 metros, sintió como se desplomaba  y dio dos piruetas en el aire y después, se pegó en el estómago, porque son dos plataformas muy grandes, con colchones de aire. 

Una plataforma está a un metro por encima del piso, “yo pensé que me había pegado en el filo de una barra, pero caí en la tubería del piso.

Si me hubiera pegado en las piernas, en el costado, no hubiera sobrevivido pero me pegué exactamente en la boca del estómago, lo que me sirvió para volver a respirar”.

Fue llevado a urgencias médicas y trasladado al hospital del IMSS de la Raza, ahí los enfermeros le platicaron que, al llegar y por las condiciones físicas que presentaba, algunos hicieron apuestas, unos que no viviría para contar la tragedia que sufrió.

Además, su condición física era tan grave que estuvo orinando carbón más de una semana, comentó.

La empresa donde trabajaba lo pensionó, se cubrieron todos los gastos por medio del Seguro Social y hasta la fecha en esas condiciones se encuentra.

Decidió reaprender a vivir

Cualquier persona que sufre un accidente se enfrenta ante una disyuntiva, porque saliendo del hospital, su familia, su mamá y amigos, todos se abocaron en tratar de cuidarlo y satisfacer sus necesidades por mínimas que estas fueran; sin embargo, Saúl Hernández decidió que quería valerse por sí mismo.

Antes de sufrir el accidente, nunca pensó dedicarse al deporte, antes lo hacía pero era netamente amateur.

“Corría y andaba en bicicleta, mis horizontes no eran tan extremos, yo me sentía satisfecho con rodar 40 a 50 kilómetros en un día y, actualmente, he rodado hasta 200 kilómetros de manera normal”.

Sus entrenamientos son de 50 kilómetros diarios; nada en la alberca, hace gimnasia, juega basquetbol en silla de ruedas, y se califica como una persona muy inquieta. También se ha dedicado al ciclismo.

“Soy campeón nacional de ciclismo paralímpico del 2018 y 2019, pero de esa fecha a la actual, no podemos hablar más porque no han habido campeonatos nacionales, por la pandemia de Covid 19”.

En 2019, fue al Mundial de Paraciclismo en Holanda, quedó en el lugar 17 de 35 deportistas internacionales. 

Saúl Hernández busca calidad de vida

Para Saúl, su mayor preocupación es conseguir una prótesis adecuada para poder correr y de esa forma, poder practicar el triatlón, el único obstáculo es que tiene un costo de 200 mil pesos.

“Al final del día, no es solo conseguir una prótesis de ese tipo, sino mantenerla, hay algunas partes que se tienen que cambiar en forma permanente, no solo por tiempo, sino por desgaste. La prótesis que actualmente traigo es como una manga o funda, ya está desgastada y estoy pensando en conseguir otra. Ese es el pan nuestro de cada día”.

Es padre de un joven de 23 años. Su familia lo apoya en todo lo que hace y todo lo que ha logrado, aseguró, no sería posible sin su apoyo, no así del gobierno mexiquense ya que, denunció que cuando acudió como competidor al mundial en Holanda, tuvo que absorber todos los gastos.

“Tenemos que aprender que en la vida no lo vamos a poder conseguir todo, en el momento en que agotemos todas las posibilidades, podremos decir ‘lo intenté, no se pudo, pero hice todo lo que estuvo a mi alcance’; opino qué hay que darle vuelta a la página, porque no nos podemos quedar siempre ahí, porque eso nos produce frustración”.

Saúl, orgulloso de sus logros, de su segunda oportunidad de vida, lamentó que el deporte paralímpico no tiene todo el apoyo que tiene el convencional, porque no se difunde.

Porque para los grandes empresarios no vende, pero que eso no desanima a los que han encontrado la manera de formarse una nueva vida pese a las limitaciones físicas.

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